Atención: "Mis opiniones no son una doctrina a seguir."

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Frases / Citas

"—Has estado fuera mucho tiempo, ¿acaso estabas perdido?
—Herido, no perdido"
- El lado perdido, Una vida oculta 3, Sally Green.

"El perdón no cambia el pasado, pero mejora el futuro" - Paul Bouse.

"No permitas que el pasado de forma a tu futuro", Yuri, Flecha a Memory. PSI Cambiantes Trinidad 2, Nalini Singh

miércoles, 29 de julio de 2015

Relato corto: "No para humanos" de Cassandra Clare y Holly Black

.... Hola queridos merodeadores, hoy les traigo algo sensacional para los amantes de "Cazadores de Sombras" y es que ha salido un corto maravilloso en el cual podemos comprender porque Jace dice en determinado momento que comer comida de hadas te hace salir corriendo desnudo por la quinta avenida.

Este relato se los traigo gracias a "The Mortal Instruments News en Español" para que te enteres de cuando, donde y porque sale este mini-relato, ve a la publicación de ellos y entérate mucho más dando click AQUÍ. 


"Not for Humans" 
(Este relato es anterior a "Ciudad de Hueso")
Kaye no se esperaba para nada que los Cazadores de Sombras aparecieran en el Moon in a Cup, especialmente el primer día de la celebración.


Ni siquiera estaba segura de que era lo que hacían los Cazadores de Sombras. Parecía que ellos creían que el mundo estaba amenazado por demonios, llevaban muchas armas, se tatuaban los unos a los otros y no confiaban en nadie que no fuera uno de ellos. Kaye una vez dijo que nunca había visto un demonio y ella, realmente, había visto cosas raras. El cazador de sombras con el que ella hablaba apuntaba que el hecho de ella nunca hubiera visto un demonio solo probaba que los Cazadores de Sombras estaban haciendo bien su trabajo. Después de eso dejó de discutir sobre el tema. No puedes probar lo contrario,dijo Corny.

Pero le molestaba, porque no solo creían en demonios, sino que pensaban que las Hadas, como ella, eran parte demonio también. Eso hacia que el hecho de que llevaran armas y todo eso, la hiciera un poco mas nerviosa de lo que hubiera sido de otra manera. Pero a Luis le gustaban y, aparte, Kaye necesitaba clientes. Solo esperaba que no se comieran los panecillos. Moon in a Cup era su sueño y ahora que estaba sucediendo de verdad, estaba increíblemente nerviosa. Amaba el olor de los Espressos en el aire, las nubes de vapor y el sonido de la leche espumeante. Amaba todas las cosas, que ella y sus amigos, habían cogido de la tienda de segunda mano y de la calle. Pequeñas mesas rotas que ella y Valerie y Ruth habían restaurado con postales, partituras de música y hojas de enciclopedias; Sillas pintadas de color dorado. Arte de desconocidos, cornamentas raras y algunos paisajes con serpientes marinas pintadas encima. Vasos desemparejados de los chinos, bols baratos con patos pintados hasta tazas con slogans de negocios que hacia tiempo ya no existían. Cada una de estas cosas era como un tesoro para ella, pero ella nunca había tenido nada antes o había sido responsable de nada. Se preocupaba de si podría sobrellevarlo o si siquiera le gustaría una vez pasado los meses.
Ahora por fin, por fin, por fin, el negocio ya estaba abierto.

Ravus y Luis habían pintado un cartel enorme anunciando “GRAN IGNAGURACIÓN”, el cual colgaba encima la caja registradora. Ahí, en recipientes poco organizados se encontraban los ingredientes, algunos mortales, otros no tanto. Además de varios tipos de cafés, entre ellos el terrible ojo rojo, el chai sucio, servían tés hechos de ortiga, leche de cardo y diente de león, rosa mosqueta y otras hiervas. Entonces uno de los caballeros de la corte de la Reina de Seelie, Dulcamara, envió a Kaye una gran canasta con bollería (scones, panecillos, todo tipo de tartas…) todo horneado con fruta de hadas, ninguno de los cuales Kaye hubiera pensado que él hubiera hecho. Corny los había sacado y marcado como “NO PARA HUMANOS”, lo cual preocupaba a Kaye ya que podía confundir a la gente que venia de la calle. Aun así ella había estado muy ocupada como para estar vigilándolos todo el tiempo.

El lugar solo estaba medio lleno para cuando llegaron los Cazadores de Sombras. Había un montón de Hadas que Kaye no conocía, habitantes de la corte de Roiben, que miraban curiosamente el lugar y la decoración. Corny estaba ayudando a Core detrás de la barra, mezclando un té de algas para un Kelpie que le había guiñado un ojo. Corny no le devolvió el guiño, probablemente porque Luis lo estaba mirando desde el otro lado de la habitación con cara graciosa, flanqueada por Val, su rojo pelo corto empezaba a crecer en forma de rizos, el mejor amigo de Ravus y Val con su nueva novia, la cual tenia el pelo teñido del color de una mora.

Luis dejó de mirar a su novio para mirar a la puerta cuando los Cazadores de Sombras entraron. Ellos tendían a llamar la atención y eso que a veces se hacían invisibles para no hacerlo. De todas maneras era difícil de ignorar a un grupo de gente alta y altamente armados, con los pómulos más finos que sus armas.

Era un grupo de tres, dos chicos y una chica. El chico más alto tenía el pelo oscuro y los ojos azules, llevaba una aljaba de arcos al hombro. Con sus manos en los bolsillos parecía como si no quisiera estar ahí. El chico que estaba a su lado era rubio, un rubio muy brillante, con el pelo del mismo color que las sillas doradas. Llevaba una chaqueta de cuero larga así ninguna de sus armas podía ser vista, aunque Kaye estaba segura de que ahí estaban. La chica tenía el mismo pelo negro que el chico alto (hermanos, pensó Kaye), aunque sus ojos eran oscuros. Ella llevaba un top de encaje, una falda plateada y una pulsera muy inusual que se enrollaba por todo su brazo.

“¡Meliorn!” gritó la chica cuando entraba, y cruzó la habitación para tirarse en los brazos un caballero con armadura blanca. Kaye lo reconoció como uno de los caballeros de la Corte Seelie, uno muy silencioso y sieso. Él le devolvió el abrazo a la Cazadora de Sombras.

“Isabelle” dijo él, “eres tan encantadora como una hoja de sauce”.

Kaye sonrió para sí misma. Ah, los cumplidos de las hadas. Algunas hojas de sauce eran hermosas mientras otras no lo eran, por lo que el cumplido no significaba mucho. Pero la Cazadora de Sombras, Isabelle, parecía ronronear con sus palabras, cogiéndolo de sus orejas puntiagudas (tal vez medio-hada?) le besó cariñosamente.

Bueno, eso si que era algo nuevo, ¿Cazadores de sombras saliendo como Hadas?

Los dos chicos se acercaron a la barra, mirando a su alrededor como si estuvieran seguros de que alguien se sentiría honrado de servirles una taza de café. Haye no estaba tan convencida. “Así que, ¿qué es un Ojo Rojo?” preguntó el chico rubio. ”Es una medida de espresso en una taza de café,” explicó Kaye. “No para principiantes.” El chico sonrió. Tenia ese tipo de sonrisa que solo la gente muy guapa, que sabia que era muy guapa, tenía. Era algo más que intimidante, “creo que te darás cuenta de que no soy principiante en nada”.

“Entonces eso significa que quieres uno, ¿o no?” Kaye siempre se sentía rara alrededor de chicos como él, seguro que se reían de ella.

“Creo que significa que si sales de detrás de ese contenedor y pasas unos minutes conmigo en algún sitio un poco más privado, no estarás decepcionada.” Kay se lo quedó mirando, con la boca abierta. ¿Estaba sugiriendo que tuvieran sexo? Justo ahí, ¿en medio de su turno? O a lo mejor quería decir otra cosa. Lo miró otra vez. No, probablemente no.

“Jace”, dijo el chico al lado de él. “Solo encarga una maldita galleta o algo.”

“Me gustan las galletas,” dijo Jace, con una sonrisa particularmente encantadora, “pero lo que realmente prefiero son chicas guapas con piel verde.”

“Reduce el rollo, Capitán Kirk,” dijo Corny. “Tiene novio.”

“¿Uno serio?” inquirió Jace – seguía sonriendo de una manera encantadora que hacía que fuera complicado irritarse.”

“Tiene una gran espada,” dijo Corny. “Y llegará aquí en cualquier momento.”

La mano de Jace fue directa a su pecho. “Bueno, si estamos discutiendo grandes espadas–“

El chico de pelo oscuro golpeó con la cabeza en la encimera. “Parad este flirteo sin sentido,” dijo él. “O me partiré la cabeza.”

“Desearía que no lo hicieras,” dijo Kaye. “Lo acabamos de instalar.”

“Tranquilo Alec.” Jace se encogió de hombres, en un intent de no causar daños, tratando de encaminarlo y mostrando una sonrisa a Corny. “En este caso, supongo que tendremos que bastarnos con dos Ojos Rojos y un panecillo.”

“Los panecillos no son para humanos,” Kaye protestó. “No somos humanos,” dijo Jace. Kaye iba a protestar, cuando Corny deslizó un plato con un panecillo en él sobre la encimera con broche de oro.

Quería devolverlo – la fruta de las hadas no era para todos – pero sería malo para el negocio el quitar comida a los clientes, especialmente cuando iban a pagar por ello. Además, pensó, intentando convencerse a sí misma, a la gente le gustaba la fruta de las hadas. Los volvía un poco locos, claro, y hubo un momento en el que Corny había recitado todos los versos de Synchronicity mientras los comía y esa vez en la que se vio posiblemente envuelto en una orgía, pero por encima de todo, Jace estará bien. Los Cazadores de Sombras se suponía que eran diferentes. A lo mejor tenían algún control sobre ellos mismos que los humanos normales no podían. El rumor sobre ellos era que eran parte ángel, y Kaye no podía imaginarse a ángeles corriendo por todo recitando versos de Synchronicity o metiéndose en situaciones orgiásticas. Pues entonces, no podía imaginarse a ángeles pegándole tampoco.

“Disfrútalo·, dijo ella, dejándolo estar y poniendo sus bebicas de café en la barra.

Alec cogió el cambio que ella le daba y lo metió en el recipiente de propinas. Se sintió mal por él. Era obvio que estaba enamorado de Jace, e igualmente obvio que estaba teniendo un mal día.

Los miró mientras recorrían su camino a través de la tienda y se sentaba en un sofá más allá de Isabelle y Merliorn, quienes estaban ocupados frotándose la nariz y haciendo caras adorable el uno al otro. Jace y Alec pusieron sus ojos en blanco.
Otro chico llegó, tambaleándose un poco. Su pelo negro estaba en punta, lleno de purpurina, y parecía que estaba muy muy borracho. Tenía un taco de papeles con él y los estaba entregando a los clientes. Cada vez que alguien cogía uno, había un poco de explosión eléctrica de purpurina. Finalmente se turó en un sillón cerca de Isabelle y se giró hacia ella.

Se separó de Meliorn, frunciendo el ceño ante él - parecía estar diciendo algo sobre el cumpleaños de su gato mientras agitaba otra hoja de papel hacia ella. O a lo mejor solo hablaba de su propio cumpleaños, ya que sus ojos parecían como los ojos de un gato. Kaye se preguntó qué era él. No era hada, y tampoco un Cazador de Sombras.
“¿El Magnífico Magnus?” dijo Isabelle, se encogió de hombros. “Pero, oye, gracias por la invitación.” Cogió el papel, lo dobló hacia arriba, y lo puso en la parte delantera de su camisa antes de volver a besar Meliorn.

Durante unos minutos, Kaye estaba absorto en hacer otra taza de té de algas, pasando más de tres tiros de café espresso a un trío de duendes y haciendo un sucio Chai para un ser humano con un traje que parecía un poco nervioso, como si a pesar de no poder ver a través del glamour a su alrededor, era capaz de discernir que algo pasaba con los otros clientes que no era normal. Se escabulló tan pronto como ella le entregó su bebida, despejando el camino para que viera través del cuarto –

A donde Jace se estaba quitando la ropa. El plato de panecillos en la mesa de café frente a él estaba vacío, y tenía una expresión soñadora en la cara – la expresión soñadora de un humano que ha comido fruta de hadas. Ya se había quitado el abrigo largo, y se ponía manos a la obra con los botones de su camiseta. “Jace,” susurró Alec. “Jace, ¿qué estás haciendo?”. Hace calor aquí”, dijo Jace, con voz pastosa.

Dos cuchillos tocaron el suelo.

Por toda la habitación, varias hadas empezaron a reírse. Jace se quitó las botas y los calcetines.

“Corny,” dijo Kaye. “Haz algo. Es totalmente culpa tuya, sabes. Le diste los panecillos.”

Corny miraba a Jace desvestirse con las cejas levantadas y una expresión apreciativa en la cara. “Pienso que soy algún tipo de genio. No podrías pagarme para parar esto.”

Jace se había quitado la camiseta. Kaye entrecerró los ojos y tuvo que admitir que Corny tenía razón. Raramente veías un cuerpo como ese fuera de las revistas. Algunas personas tenían 6 abdominales; pero Jace parecía que tenía 12 abdominales. No parecía humanamente posible. “Podría ser bueno para el negocio,” pensó y se sacó un chupito de espresso. Pensó que lo necesitaría.

“A lo mejor podríamos conseguir que lo hiciera cada día,” dijo Corny, mientras Jace se desabrochaba los vaqueros.

Alec intentó pararle, pero Jace se movió fuera de su camino y pateó sus vaqueros hasta quitárselos.

“No intentes pararme Alec,” dijo Jace. “Este cuerpo tiene que ser libre.”
Isabelle levantó la vista después de besar a Merliorn y sus ojos se abrieron mucho. “Mierda,” dijo ella.

“Jace –“ empezó a levantarse, pero Jace ya se había ido hacia la puerta. Se paró ahí y se inclinó - no considerando aplausos - arrancó el par de astas de la pared, y los colocó suavemente en la cabeza.

Entonces salió por la puerta, justo cuando Roiben entró. Roiben, en su abrigo largo negro, levantó sus cejas plateadas y se quedó mirando a Jace, una pequeña sonrisa apareció en el borde de sus labios. Parecía que iba a preguntarle a Merliorn algo y entonces pareció que se lo pensó mejor. Entonces, abruptamente, empezó a reír.

“Oh, por el Ángel,” dijo Alec melancólicamente. “Otro sitio al que nunca podremos volver. Uno pensaría que en una ciudad tan grande como Nueva York ... "

Kaye se dio cuenta que el borracho Magnus El Magnífico miraba a Alec con un brillo de ojos gatunos. Realmente una pena que Alec parecía estar demasiado hundido en la oscuridad para darse cuenta.

"Deberíamos haber colgado un cartel a ese tipo," dijo Corny. "Imagina la publicidad." Y en ese momento, Kaye se da cuenta de dos cosas. Una que los Cazadores de Sombras podrían ser buenos matando cosas, pero su amorosa seguro era un desastre. Y la segunda era que iba a amar ser dueña de una tienda de café.

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